
En los últimos tiempos, uno de los temas más comentados en el deporte es el dopaje, debido a las recientes sanciones a los deportistas rusos sin poder participar en las competiciones en los próximo años (como el Mundial de 2022 o los JJOO), y, en última instancia, a Andrea Iannone (piloto de MotoGp), que dio positivo en un control por esteroides.
El doping es el uso (intencionado o no) por parte de un deportista de una sustancia o método prohibido por la lista de prohibiciones de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Es, además, la administración o intento de administración de cualquier sustancia o método prohibido por cualquier periodista. (Portal Iberoamericano para la lucha contra el dopaje, 2015).
El mundo del ciclismo, manchado por prácticas ilegales
Además de los casos a nivel mundial como el de los ciclistas rusos o el de Andrea Iannone (MotoGp), hay otros de menor relevancia en los que se han visto implicados ciclistas andaluces . El primero de ellos, el del ciclista Jesús Manzano, que en 2004 admitió haber usado diversas sustancias para mejorar su rendimiento deportivo. A este le siguieron los hermanos García Quesada, Carlos y Adolfo, ambos implicados en la famosa Operación Puerto destapada en 2006. Esta fue una red de dopaje liderada por Eufemiano Fuentes y que la Guardia Civil logró anular. El propio Jesús Manzano realizó duras declaraciones sobre el caso, destacando que en el ciclismo había “barra libre de la hormona del crecimiento” y relatando la forma en que las sustancias eran utilizadas. Sin embargo, ninguno de los dos hermanos fue penalizado con sanción alguna ya que por aquel entonces el dopaje no era delito y el juez del caso se negó a facilitar las pruebas a los organismos deportivos correspondientes.
El siguiente caso en el que un andaluz fue descubierto dopándose fue el de Juan Antonio Pastor Roldán, que dio positivo por terbatulatina ese mismo año pero que al contrario que los granadinos sí fue descalificado y recibió un aviso. Dos años más tarde, en 2008, también salió a la luz el caso de ‘Manolo’ Beltrán. El jienense dio positivo por EPO en la primera etapa del Tour de Francia de 2008, lo que provocó una sanción de dos años y una indemnización a su equipo. Además, en 2013 el senado francés publicó un informe en el que afirmaban que Beltrán se dopó en el Tour de 1998.
Los dos casos más recientes tienen como protagonistas a Manuel Vázquez Hueso ‘Chumbo’ y Manuel Lozano Chaves. ‘Chumbo’ fue apartado de su equipo en abril de 2010 después de que un laboratorio de Barcelona presentase ante la Unión Ciclista Internacional datos que constataban resultados anormales por EPO. El último ciclista andaluz descubierto tras doparse ha sido ‘Manu’ Lozano, al que la Agencia Española para la Protección de la Salud en el Deporte ha retirado la licencia para los próximos cuatro años aunque no han querido especificar la sustancia por la que el granadino ha dado positivo.
A pesar de todos los casos de dopaje que se han dado en nuestro país, el caso del territorio que hasta hace apenas treinta años se conocía como Unión Soviética, se podría considerar el más excepcional. Es el lugar del mundo con mayor número de escándalos en materia de dopaje de los últimos tiempos y, a su vez, desde que se tienen registros de esta fraudulenta práctica en el mundo del deporte.
Otro ejemplo más de cómo los deportistas pueden doparse es el documental Icarus, de Netflix. En el cual Bryan Fogel (protagonista) contrata a un experto médico, Grigory Rodchenkov, suspendido por participar en estos casos, y este le ayuda a intentar ganar una dura carrera amateur a través de estas sustancias. Este posteriormente se une a Putin para colocar a Rusia como una de las mejores selecciones internacionales en cualquier ámbito. Su objetivo no era otro que demostrar como cualquier persona en alguna de estas competiciones puede ganar haciendo trampas.
¿Por qué se relaciona en mayor medida el dopaje al ciclismo?
El uso de estas sustancias suele aparecer entre los deportistas por la necesidad de llevar más allá su rendimiento, fuerza, resistencia… y si hay un deporte en el que cualquier factor resulta determinante, ese es el ciclismo. Así nos lo cuenta Roberto Bou, ciclista profesional, al ser preguntado por los motivos que llevan a sus colegas de profesión a doparse: “es un deporte muy sacrificado en el cual se llevan muchas pautas como alimentación, descanso, o entrenos y cada cosa cuenta. Cómo es un deporte que se mide por segundos o pocos minutos, el nivel de exigencia es máximo y cada detalle marca la diferencia”.

El Comité Olímpico Internacional (COI) ha dado a conocer una lista de sustancias que están prohibidas y se ha desarrollado un programa de detención de estas en las competiciones. Dicha lista está encabezada por la EPO, una hormona liberada por el riñón cuando tiene una presión parcial baja de oxígeno. Al tomar EPO aumenta la producción de glóbulos rojos y con ello mejora la capacidad de transporte de oxígeno.
Por fortuna, él nunca ha sido tentado con algún tipo de sustancia ilegal aunque sí hace uso, como el resto de ciclistas, de ciertos tipos de suplementación como hierro, ácido fólico, vitaminas recuperadoras… Nada fuera de lo normal. Estaría dentro de la inmensa mayoría de deportistas españoles que dan negativo en los numerosos controles antidoping que se realizan en nuestro país, estimándose incluso que el porcentaje de positivos ni se acerca al 1% del total.
¿Qué hace entonces tan estrecha la relación ciclismo-dopaje a ojos del espectador? El doctor Carlos Barrios, especialista en medicina deportiva, afirmó que la responsabilidad era de la prensa: “los diarios han contribuido a dar una mala imagen del ciclista como hombre enganchado a las drogas”. Sin embargo, no son pocos los periodistas que niegan tajantemente esa visión pues aunque son conscientes de que es un tema que puede conducir al sensacionalismo, difícilmente llegarán a inventarse las historias.
La última corriente en torno a los motivos que unen tales conceptos es la defensa de que el estricto control que se ejerce sobre deportes como el ciclismo o el atletismo provoca un mayor número de casos positivos. Bou se mantiene en esta línea, pese a que también afirma que debería controlarse mucho más: “cuando llegas a meta hay una persona que no se separa de ti y te desplaza al lugar donde se hace el test. Después, el árbitro o juez de la UCI se identifica y te dice el test que se va a realizar (sangre, orina o ambas). Los resultados salen al cabo de 1 semana”.
Veremos cómo sigue evolucionando el deporte y con él los distintos métodos empleados por algunos para mejorar irregularmente su rendimiento. Mientras tanto, la inmensa mayoría de ciclistas seguirán compitiendo sin más ayuda que su propio trabajo y las instituciones continuarán implementando métodos para que no se les escape ningún ‘tramposo’. Esta práctica inmoral y escabrosa ha involucrado a lo largo de la historia a innumerables deportistas. Aparecerán nuevas sustancias y nuevas formas de ocultar su consumo debido a los avances médicos y tecnológicos que tanto bien (y mal) hacen, pero todos debemos poner de nuestra parte para evitar que estas manchen el espíritu deportivo.
